lunes, 10 de octubre de 2011

Bocafloja.






Hace 30 minutos terminé de devorar la novela corta de Jordi Soler y parece que aún no he terminado de digerirlo, de hecho es como sí aún no hubiese concluido la lectura, queda esa sensación pesada que ocurre contadas veces después de recibir algo que uno no estaba esperando.  El efecto Cuasiebriagante tardará más de lo que pensaba.  No sé exactamente cuando tiempo dedique al texto sólo puedo asegurar que no fueron más de tres horas, el tiempo aproximado que uno invierte en leer (apenas) unas cuantas hojas de la poética de Aristóteles, por decir algo sustancioso.  


Esta de más decir que el libro corre como agua en los ojos del lector, la letra es de tamaño considerable. Para poder entender de principio a fin el libro se requiere de un mínimo conocimiento sobre el Rock & Roll y ser chilango, ni modo, así es. El libro está tropicalizado según los estándares de vida de la Ciudad de México, es posible perderse en palabras que uno no podrá encontrar en la prestigiada RAE. 

Los ambientes tienen una exquisita descripción que van de los claros a los oscuros para quedarse mayormente en éstos últimos. La atmósfera del libro gira en torno a una cabina de locución, un escenario peculiar para el desarrollo de la historia.  En algún momento uno puede respirar el aire artificial de la cabina, sentir los pesados audífonos de Jonny Bocafloja raspar las orejas al ritmo de las notas  de Led Zeppelin y por último, escuchar a la siempre irreverente Morgana conquistar uno a uno los lectores, con su cuerpo de diosa.  

Ya de por sí es inquietante imaginar un escenario así y después, al final, caer en cuenta que el locutor es un personaje vulnerable para con los otros. Un individuo fácil de encontrar, fácil de  arrastrar a los caprichos e irreverencias de los escuchas porque al final de eso se trata la radio, al menos la radio comercial, es un negocio. 


Queda claro también la función de la radio y la jungla que se enmaraña en torno a ella, empezando por los radioescuchas como lo describe Soler (¿o Bocafloja? "Era increíble que Sandra, Regina y el de los productos Prin vivieran en la misma ciudad y oyeran la misma estación de radio" supongo que las dimensiones de la oración toman sentido únicamente cuando uno está dentro de la cabina, enredado con todos esos desconocidos que por alguna u otra razón sienten simpatía o enfado con la voz que traspasa a través del radiotransmisor


Confesaré que las últimas dos páginas del libro cambiaron drásticamente la percepción que tenía de él, en las primeras 178 páginas no fue más que un libro lleno de escenas sexuales, donde posiblemente al final habría una forma de conectar a todos los personajes y pasar al baúl de los recuerdos sin sorpresa, pero no fue así. Entre la página 179 y 180 un giro de tuerca atrapa a la historia y hace cómplice a las letras, una por una, del verdadero sentido del texto. 



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