sábado, 14 de enero de 2012

Consecuencias del insomnio


El silencio reinaba en cada rincón de la casa, sí acaso algunos murmullos de automóvil se dejaban escuchar en su paso por la calle más cercana. El reloj biológico me despertó a las 3am en punto, como lo había hecho los 155 días anteriores con la exactitud de una chicharra escolar.  El aturdimiento del insomnio enviaba señales a mi corazón para que éste palpitará como sí estuviésemos a punto de morir, primero él y después yo, su única víctima. Mi aceleración fue tal que el codiciado silencio nocturno fue irrumpido por el majestuoso bombeo de mi corazón.  No habían pasado más de unos segundos cuando en el pasillo cercano al cuarto en el que dormía comenzaron a escucharse ruidos extraños. A lo largo de dicho pasillo había perfectamente ordenados 2 escritorios y un librero. Los ruidos que entraban a mis oídos eran interpretados como revistas siendo ojeadas, libros de distintos tamaños cayendo al suelo, papeles volando con agilidad, el teclado de la computadora azotado en varias ocasiones con furia, lápices y plumas amontonados entre sí…cuando mi cerebro codifico todos los ruidos en uno sólo todo era muy claro. 
-Alguien entró a robar. 
El boom de mis entrañas comenzó a disfrutar de la compañía que involuntariamente le daba mi respiración, no quería hacerle saber al asaltante que estaba allí, escondida bajo las cobijas, indefensa, a punto de llorar y la única posibilidad que mí cuerpo ofrecía era una respiración ahogada, casi nula, ¡de nuevo a punto de morir pero ésta vez en manos de mi sistema respiratorio!
Mientras el intruso seguía haciendo su búsqueda desesperada algo debajo de mi almohada comenzó a vibrar, el ruido del pasillo era tan considerable que la vibración pasó desapercibida. 
-¿Lo escuchas?
-Sí, no hagas nada, quédate quieta, alguien entró a robar. Voy a colgar para llamarle a mamá. 
Corté la llamada con mi hermana que dormía del otro lado del pasillo, sus oídos también eran testigos. El asaltante no iba a detenerse y obviamente no le importaba llamar la atención de los ahí presentes. Con toda la cautela que me era permitida hice un esfuerzo sobre humano por marcar al móvil de mi mamá, en aquel momento agradecí que los botones de mí aparatejo no hicieran ningún ruido al marcar. 
-Mamá, alguien entró a robar, por favor ven. 
-¿Dónde estás? 
-!Por favor ven¡
Su habitación quedaba justo un piso arriba de la mía, mis sentidos estaban tan alterados que pude escuchar con claridad sus pasos al salir de la cama, su caminar hasta el apagador de luz y después…silencio. 
Todo volvió a la intimidad del silencio con un simple apagador de luz. El choque de los pies descalzos con la madera retumbaba por la casa, sí,  ella estaba bajando por la escalera. 
Encendió la luz de mí habitación, despojé mi asustado cuerpo de las cobijas y contemplé la cara de desconcierto de mamá. Al salir de la habitación la realidad me dejó perpleja, lo que para mí debería haber sido un completo desorden no era más que un lugar ordenado. Allí no había pasado nada. 

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